toda gran historia
empieza con un desafío

Cuando la fundadora de Milola fue diagnosticada con una alergia alimentaria una carta de amor empezó a escribirse.

Historia de Manuela Saavedra de Milola Gluten-free

Hace diez y veinte años.

Abrimos las puertas de Milola hace diez años con el único propósito de compartir un nuevo concepto en pastelería. Pasteles, galletas y panes deliciosos, sorprendentes, nutritivos, y aptos para todo el mundo. Pero todo esto empezó como una búsqueda personal, hace más de veinte años, cuando nuestra co-fundadora y pastelera, Manuela García, fue diagnosticada con varias intolerancias alimentarias.

Trabajando por entonces en una pastelería francesa en Chelsea, Londres (donde comer fuera era una parte inevitable de su vida, dadas las dimensiones de la ciudad), Manuela pudo constatar plenamente lo difícil que puede ser la vida si uno sufre una alergia o intolerancia alimentaria. Los supermercados no estaban preparados para dar respuesta a sus necesidades. Era casi imposible encontrar ingredientes o productos sin gluten. Cuando encontraba algún producto, tenía una apariencia inapetecible, una textura dudosa, y ¿el sabor? No la hagas hablar. ¿Comer en Restaurantes? No querían ni oír hablar de dietas especiales.

Inmediatamente se puso a buscar por todas partes ingredientes adecuados para sus necesidades. Ingredientes con los que pudiese conseguir los mismos estándares de los que disfrutaba antes de convertirse en una persona “sin gluten”.

 

Rompiendo (y cociendo) barreras.

Cuando descubrimos que tenemos una intolerancia al gluten, o a cualquier otro alimento, nos encontramos con una paradoja interesante: nuestra enfermedad no necesita medicación, sino un cambio drástico en la forma de alimentarnos.

En su característica rebeldía, Manuela se resistía a la idea de que a lo máximo que podía aspirar eran aquellos cuatro artículos que encontraba en el pasillo “libre de…” de los supermercados. Y saber que había miles de personas en la misma situación se convirtió en el motor de su lucha.

Manuela recorrió durante meses todo Londres, su mercados, sus tiendas, sus barrios multi-culturales, y como consecuencia, con una abundancia de ingredientes de todo el mundo. Así descubrió cereales y harinas que abrieron un nuevo mundo de sabor y posibilidades, con resultados que eran deliciosos y altamente nutritivos.

Se demostró a sí misma que la comida sin gluten puede ser sabrosa, divertida y una fuente interminable de creatividad y placer. Invitó a su familia y a sus amigos a probar su pastelería. Observó con emoción su reacción. Milola nació.

En primer lugar, ¿era capaz de crear pasteles increíbles con harinas integrales sin gluten, sin azúcar refinado, sin grasas trans, lácteos, vegetarianos, sin maíz y cargados de sabor e ingredientes frescos? La respuesta fue «¡sí!» Y en segundo lugar, ¿podría ella conseguir que muchos otros se beneficiaran de sus descubrimientos? De nuevo «¡sí!» Y aquí es donde entran David y Yolanda.

Hoy en día, sabemos que aquella visión compartida fue la correcta, porque nuestros clientes no dejan de reafirmarnos. Elaborar dulces deliciosos, sorprendentes, nutritivos – aptos para todo el mundo – es un sueño hecho realidad. La manifestación de un amor.

¿He mencionado que son nuestros clientes regulares, los que no tienen ningún tipo de intolerancia o alergia alimentaria, los que no son capaces de disimular su entusiasmo? Lee sus comentarios, y otros, aquí.

«Hace 25 años me diagnosticaron diversas alergias alimentarias, y sentí emerger una carta de amor. Una carta de amor a la ALEGRÍA.

A la comida, la familia, los amigos. Al legado materno. Los momentos compartidos en la cocina, y alrededor de una mesa generosa.

Una carta de amor a la vida.

Mi disposición natural es de «vaso medio lleno», así que si alguien me dice que años de encontrarme mal pueden solucionarse con comida, me va a parecer una noticia fantástica.

Mucho menos fantástico era la oferta disponible. Era terrible, de hecho.Triste. Y no hay mayor pecado en mi libro que comida triste.

Comida triste equivale a que no te has esforzado, porque no te importa lo suficiente. Y a mi eso me resulta ofensivo.

¿Sabes por qué? Cocinar para otros (y para uno mismo) es un acto de amor y respeto extraordinario. Debería hacerse con reverencia.

Así que, a mi, quererlo todo no me resulta tremendamente ambicioso. Lo veo más bien como restaurar un principio que nunca debió perderse.

En su característica rebeldía, Manuela se resistía a la idea de que a lo máximo que podía aspirar eran aquellos cuatro artículos que encontraba en el pasillo “libre de…” de los supermercados. Y saber que había miles de personas en la misma situación se convirtió en el motor de su lucha.

La comida debe ser deliciosa, nutritiva, bella, inclusiva, generosa, y buena para todos.

Creé Milola porque efectivamente, lo quiero todo. Creo que tú lo quieres todo, y estoy convencida que eso es lo correcto. La búsqueda de la perfección tiene una fuerza creativa ¡tan grande!

Creé Milola porque me importas.»

Manuela Saavedra, historia de Milola Gluten-Free