Vamos a cocinar juntos, si os apetece. Vamos a crear todo tipo de recetas sin gluten. Obviamente, todo será sin gluten, pero vamos a explorar también cómo cocinar sin lácteos, por supuesto sin azúcar refinada (ya sabéis que no entra en nuestro obrador). Haremos recetas veganas, paleo, con harinas integrales, con mucha verdura y fruta. Lo que hacemos cada día en Milola.
¿Mi regla de oro? Si no siento respeto por alguno de los ingredientes que contiene una receta, no entra en mi cocina.
Hace ya muchos años que descubrí la importancia de la alimentación, y me hice consciente de la responsabilidad que conlleva cocinar para otros. Cuando mis sobrinos y todos los peques que entran en Milola cogen una galleta, quiero que les alimente. Sé que la galleta va a satisfacer ese deseo de algo dulce, de darse un capricho, pero no quiero que lo haga a costa de sacrificar su salud. Quiero que les aporte, que sume. Esa es la base de todo lo que horneamos en Milola, y será la base de este blog.
También vamos cruzar las barreras de lo dulce y lo salado. Exploraremos formas variadas de aprovechar una misma receta, de darle distintos usos. Hablaremos de nutrición, y de cómo emparejar sabores que se llevan bien. Iremos creando juntos un nuevo lenguaje, una nueva forma de pensar, que nos hace más independientes en la cocina, y nos permite, poco a poco, dar rienda suelta a nuestra creatividad.
Me encanta que esta ocasión coincida con la llegada del verano. Adoro esta época del año por varias razones. La primera, que mi alergia ha llegado a su fin (víctimas del plátano, os saludo). Pero principalmente, por estos días largos, llenos de luz. La sensación que un merecido descanso está acercándose, sea cierto o no, hace que todos estemos de mejor humor, que andemos más ligeros. Por poder acabar el día dándonos un chapuzón en la playa, y sobre todo, por la explosión de fruta de verano. Cerezas, fresas, albaricoques, sandía, melón, melocotones, higos, ciruelas…La lista es interminable, y las posibilidades en la cocina, también.
Así pues, vamos a coger lo mejor que nos ofrece la tierra en estos momentos, y cocinar un clafoutis de cerezas. Es un plato muy sencillo, delicioso, y realmente bonito. En este caso, lo haremos por supuesto sin gluten, pero también sin lácteos y sin azúcar refinado.
¿Empezamos?
CLAFOUTIS DE CEREZAS
- 150 gr. de cerezas
- 300 gr. de leche de coco
- 150 gr. de azúcar integral
- 40 gr. de harina de mijo
- 40 gr. de harina de arroz integral (o de arroz blanco)
- 3 huevos ecológicos
- La ralladura de 2 naranjas
- ½ vaina de vainilla, o una cucharadita de extracto de vainilla
- 1 cucharadita de allspice (que podéis sustituir por canela, si no encontráis allspice)
- 2 cucharadas de savia de arce (nosotros utilizamos el de cultivo ecológico de Cal Valls)
- ½ cucharadita de sal
Precalentamos el horno a 180º, mientras preparamos todos los ingredientes. Aceitamos un molde de 22 cm de diámetro, o varios moldes individuales tipo ramekin, o incluso tazas, como podéis ver en las fotos. Yo los aceito con aceite de coco, pero podéis hacerlo con margarina vegetal no hidrogenada, o cualquier aceite vegetal que tengáis en casa. Si no os importa que sea con o sin lácteos, podéis usar mantequilla.
Lavamos las cerezas, y las rebozamos con las dos cucharadas de savia de arce y la cucharadita de allspice, o canela. Yo personalmente no las deshueso ni les quito el tallo, porque me gusta la estética de este postre con la cereza entera, pero obviamente, podéis deshuesarlas antes de rebozarlas en arce y allspice. Lo dejo a vuestra elección.
Preparáis la ralladura de naranja, y el resto de ingredientes por separado. Una vez listos, ponemos en el vaso de la batidora la leche de coco, 75 gr de azúcar integral, los huevos, la ralladura de naranja, la harina, la vainilla y la sal. Lo batimos todo junto durante unos 3 o 4 minutos. Si usáis themomix, lo batimos 35 segundos, a velocidad 5. Y ya está.
Volcamos la mitad de la masa en nuestro molde, y lo horneamos 10 minutos, hasta que deje de estar líquido. Lo sacamos un momento, colocamos las cerezas, insertándolas en la masa, para que no se mueva, y volcamos el resto de la masa. Ahora, espolvoreamos el resto del azúcar integral por encima, y lo horneamos 35 minutos más, o hasta que esté dorado y el centro ya no esté líquido. El clafoutis se infla durante el proceso de cocción, y se desinfla un poco al sacarlo, pero eso es normal.
A disfrutar.